MANDRAKE NO LO ARREGLA

Una formula exitosa en conflicto
Solo un necio podría negar las buenas consecuencias socioeconómicas del andar de jorge Capitanich al frente del gobierno del Chaco. A nadie puede escapar la evolución en el capital social producto de las distintas acciones políticas, en educación, en cultura, en salud, en seguridad, en producción, y en un mejoramiento gradual de las distintas unidades del estado. Los focos de conflictos disminuyeron, los turbulentos y recurrentes días en los alrededores del Ministerio de Desarrollo Social son parte del recuerdo, los paros docentes se redujeron. La matriz de conflictividad social y laboral mostró muy buenos resultados.

Otro dato significativo del contexto provincial es que la oposición política  fue desmantelada producto de la combinación del pasado condenatorio que tienen los integrantes de alianza y del presente que condecora a la gestión de Capitanich. El primer plano opositor quedo en Aída Ayala, quien a pesar de su ineficiencia al frente de la municipalidad de Resistencia, es medianamente la única candidata autorizada para excluir de ese plano a A. Rozas y R. Nickich. La oposición provincial padece de anemia argumentativa para cuestionar decisiones del gobierno de Capitanich, y Aída Ayala no reúne las condiciones como para sugerir cambios sino tan solo puede utilizar el libreto administrativo de: no me mandaron los fondos en tiempo y forma, no me dejan intervenir en la pavimentación de tal o cual otra calle. Los opositores locales adolecen de una agenda propia, ordenada y clasificada. Las voces sueltas de los opositores son los ecos de las palabras que surgen en el seno del oficialismo. Por ejemplo, Alicia Terada, como para certificar que fue una buena alumna de Elisa Carrio, ganó presencia mediática colgándose de la incontinencia verbal de Marina Kapetinich. Aunque parezca un contrasentido o una atrevida ligereza de mi parte, la principal oposición política es el oficialismo técnico adquirido. Además, Capitanich en forma vertiginosa, se ocupo de construir a su innecesario enemigo político. Es decir, parece que en el ámbito de liderazgo de Capitanich concurren dos situaciones, por un lado se niega entidad a los cuadros políticos y por el otro le confiere entidad de enemigo a su vicegobernador.

Gol en contra. Marina Kapetinich,
 responsable de uno de los dolores
 de cabeza del gobernador
 en este arranque de año.
Es curioso porque el peronismo siempre tuvo cuadros políticos capaces de actuar como soporte o como escudero del líder. Sin ir más lejos, el kirchnerismo en cada uno de los frentes de tormenta tuvo los mejores argumentos dados por los mejores cuadros políticos. El propio Capitanich fue un cuadro cuando tuvo que poner la cara y la voz para leer la dura carta del PJ en el conflicto por la resolución 125, cuando recorría los medios nacionales explicando los alcances de la polémica resolución, o cuando organizó un acto en el aeropuerto de resistencia al día siguiente del voto no positivo de Cobos. Capitanich, entre los gobernadores, fue el mejor soldado que tuvo el kirchnerismo que junto a gran parte del gabinete de los Kirchner fueron predicadores y aguerridos defensores del proyecto popular. Pero, en el Chaco las cosas no son así, es el propio Capitanich quien sale a concentrar todas las paradas y en todas las circunstancias. En ese esquema trabajó muy bien para traer el superclásico, para tener cero violencia en los hinchas, y como le gusta cumplió a rajatabla la variable A de acción, pero en la variable C de comunicación más allá de todos los ajustes, de todas las atenciones a la prensa nacional dejó una mínima abertura por la cual se colaron las indecibles palabras de una de sus colaboradoras más cercanas, otorgándole la repercusión no deseada a nivel nacional, entonces ahí surge una pregunta: ¿Por qué delegar en Kapetinich la comunicación de un histórico evento deportivo-político, cuando por ejemplo a la vuelta de la esquina se tiene  un Sager? Quiero decir, son los cuadros políticos quienes conocen el arte de hablar o callar para enaltecer la imagen del líder, defenderlo de los ataques o al menos no ser parte del dolor de cabeza del líder.

 
El Primer gesto. E. Aguilar  se expresó 
en favor de acercar a las partes.
Jorge M. Capitanich, en esta novela, en cuya trama de conflicto, comparte protagonismo con Basileff Ivanoff nos expuso gratuitamente a una incertidumbre institucional. En un sentido kantiano, se puede decir que en este conflicto interno, faltaron las condiciones de espacio y tiempo que producen esa estética trascendental por medio de la cual se entienden y se dimensionan las consecuencias externas. La incertidumbre institucional eleva el riesgo de perdida de confianza del ciudadano en sus gobernantes, y mientras subsista, Capitanich tendrá que afrontar un mayor costo en su carrera política hacia la casa rosada.  La realidad política indica que Ivanoff fue elegido como compañero de formula  por el propio Capitanich, y ahora, le guste o no, es el vicegobernador democráticamente elegido. Que no decaiga el ánimo que todo conflicto comienza y termina. Eso sí, Mandrake no lo arregla, es una tarea reservada para la dirigencia política del partido justicialista que viene reuniéndose desde hace un par de semanas, y ayer Eduardo Aguilar con muy buen criterio se expresó a favor de conciliar a las partes. Mas allá de los matices que puedan utilizar los cuadros políticos para timonear en medio de la tormenta, podemos encontrar cuatro vías de escapes posibles: “Esperar que se cumpla el mandato, la reconciliación entre las partes, la renuncia de Ivanoff o el juicio político”. Toda otra alternativa sería una chanchada institucional y un severo error político

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Un acercamiento a la política y economía. En Radio Universidad 91.1. Entrevistas, editoriales. CONDUCE:Cr César López

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