AIDA AYALA Y UN TRIUNFO QUE DEJA MARCAS

No es la naranja mecánica derrochando fútbol en los setenta, es la naranja mesiánica derrochando recursos que al compás del tamboril, de los globos, de las serpentinas, de las carrozas, de las adulaciones que logró un triunfo demoledor- aunque a lo largo y ancho de la ciudad se visualicen las huellas de una gestión artificial-. ¡No se puede creer! La mística elección de Aida enderezó los ánimos de un partido político que venía en picada, cada vez más cerca de una agrupación de amigos nostálgicos del poder que alguna vez tuvieron. Y Aida fue a por todas, los corrió de la campaña, tapó el tradicional rojo y blanco con el naranja que es el color de la vida, de la alegría según repetía la ingeniera. Pero el festejo emocionado de los naranjas fue en el comité donde seguramente muchas cosas cambiarán de ahora en adelante.

Capitanich y Gustavo Martínez. Siempre fueron el polo opuesto dentro del Partido Justicialista, nunca hubo una intersección posible más allá de su común pertenencia partidaria. Gustavo Martínez jugó siempre a la suya, construyó su espacio con independencia de criterios del líder actual aunque haya sido un privilegiado benefactor de la gestión Capitanich y tampoco se mostró interesado a lo largo de la  gestión por mostrarse más cerca de Capitanich. La celebre frase “Gustavo moviliza”  ya es una leyenda urbana que tiene asidero hasta el momento en que se abren las urnas. En los actos, en las reuniones partidarias, en las circuitales,  siempre son más los gustavistas, nunca pudo corroborarse en las urnas. El fuerte respaldo de Capitanich no alcanzó para torcer el destino de un candidato que siempre se presentó como una opción y no como una extensión.  

Militancia y liderazgo. Recuerdo como si fuera hoy una frase que me dijo en abrapalabras el diputado Ricardo Sánchez: a Eduardo Aguilar le falta “la universidad de la militancia”. Esta frase sintetiza ese precario pensamiento que pondera para una gestión “al mejor militante o al mejor compañero” cuando en realidad se elige a un dirigente para que lidere una oferta real de transformaciones que la ciudad necesita. En el partido Justicialista llegó la hora de revisar profundamente los criterios y formas de ejercer los liderazgos. Quiso la realidad como única verdad que se haya perdido en todos los circuitos, tan solo el “circuito 18” pudo heroicamente perder por menos de un punto.


Ciudadanos no militantes o llamados independientes. Si los equipos asesores de Gustavo Martínez sabían de antemano que la plusvalía electoral podía estar dado en este sector de la sociedad por qué se propagó esa ostentación publicitaria que no dejaba otro mensaje que no sea el siguiente “Si Gustavo Martínez gana, se lleva puesto a la Municipalidad”. Ese militante honrado dentro del peronismo como tal tiene en sí una barrera de prejuicios históricos contra el peronismo, y contra sus formas de conducir. La arremetida publicitaria hizo indisimulable el alto costo de la campaña y no hizo otra cosa que reavivar esa sensación que si gana se lleva puesto al Municipio. La buena gestión en SAMEEP fue tapada por la ostentación publicitaria, carteles que ni las grandes marcas son capaces de financiar, revistas a todo color, enripiados masivos, fiestas para niños a toda orquesta, en fin fue demasiada la ostentación tanto como la realizada por Aida Ayala con la diferencia, que esta ultima no es peronista. 

El voto en blanco es la real tercera fuerza. No pudo ser superado ni siquiera por la unión de los partidos de la Concertación y el Frente Grande quienes cosecharon una modesta suma de 1.437 votos para intendentes y 3.816 votos para concejales. Resulta interesante detenernos aquí, porque si bien son partidos que se asumen minoría y que no disponen de los mismos recursos que los partidos tradicionales, lograron con inteligencia dirigencial en diversas negociaciones contar con tres legisladores hasta el 2013, Raúl Acosta, Fabricio Bolatti y Daniel Trabalón,  que en principio supone una ventaja comparativa que debería permitirle despegarse de los demás partidos minoritarios. Tal despegue no se dio, la cantidad de votos obtenidos supera por poco a partidos con menor estructura presente como Acción Chaqueña (1074 votos, 0.68%) o el Partido Obrero (802 votos, 0.50%). También resulta curioso que tampoco pudieran sacar réditos de los buenos vientos del kirchnerismo para mostrar un crecimiento de legitimidad propia en las urnas. Los números dicen que solo el Frente grande  en las elecciones del 2007 obtuvo 3.883 votos para intendente y 3.849 votos para concejales. Tan solo la caja negra del sistema de negociaciones políticas entre dirigentes puede explicar como dos partidos que reunieron el 0.9% de los votos en la capital provincial ocuparán a partir del 10 de diciembre el 10% de las bancas en la legislatura provincial, y aquí vale decir que al fin y al cabo, acaso en este único punto estuvo acertado Gustavo Martínez cuando no aceptó abrir las listas.

En fin, parece que en ésta jornada electoral de un lado se fortalecieron los vínculos para la renovación en la conducción de la UCR; y del otro se derrumbaron, por los menos dos mitos: Gustavo no moviliza tanto  como parece ni los principales partidos aliados suman tanto como parece.

1 comentario:

  1. De alguna manera resulta fácil "hablar con el diario del lunes"; me refiero al último párrafo. Si en 2007 Capitanich no sumaba a los partidos chicos (pareciera que es el único que tiene en claro la virtud del frentismo), el PJ solo no llegaba ni a la esquina.

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